miércoles, 28 de abril de 2010

No debemos permitirlo

"Puntúo muy bajo"; "hay que pasar por cosas peores que suspender un examen"; "mucha gente me viene llorando a mi despacho y no me impresiona"; "yo no pienso enseñar gramática"

Según los datos que me han sido aportados, dependiendo de la época, el modus operandi más habitual era el de suspender, por defecto, las primeras convocatorias del examen para terminar con un aprobado alto o notable en la segunda o tercera. ¿Cuál era la expectativa del docente? Lo normal es que si se realiza bien un primer examen, los posteriores suelen salir cada vez peor. Si éstos no han sido mejores, ¿qué justifica el cambio de calificaciones?